El evangelista Gilson Souza de Jesús, de 33, necesitó conocer la oscuridad de la ceguera para comenzar a recorrer el camino de la luz. La pérdida de la visión fue moneda de cambio para seguir viviendo. En 2010, cuando era parte del mundo del crimen, Gilson fue atrapado por traficantes rivales en la calle Euzébio de Queiroz, barrio de la Libertad, y, bajo la mira de pistolas y revólveres, oyó la pregunta que comenzó a cambiar su vida.
“¿Quieres morir o quedar ciego?”. “Yo respondí que prefería quedarme ciego, y ahí ellos me pegaron los ojos con un cuchillo”, recuerda. A pesar del castigo cruel, Gilson cree que Dios tocó en el corazón de sus agresores para no matarlo. Hoy se dice una nueva criatura y dedica la vida intentando convencer a jóvenes y adultos a salir del mundo del crimen y de las drogas. El ex traficante y asaltante cuenta su historia de recuperación y predica el evangelio como forma de transformar la vida de las personas.
– Ad –
Además del testimonio en iglesias evangélicas, él integra el Grupo de Evangelización en Busca de Almas perdidas (Gebap). “El tercer domingo del mes es mi día de predicación, escogí a una comunidad donde la guerra del tráfico está fuerte y empiezo a predicar cerca de las bocas de humo”, dice. Para quien desea deshacerse de la dependencia química, Gilson ofrece tratamiento en centros de recuperación con que tiene alianzas.
Ensayos
Cuando tuvo los ojos pegados, Gilson ya había pasado por muchas pruebas en el mundo del crimen. En 2007, quedó encarcelado cinco meses en el Presidio Salvador, tras ser arrestado por robo. Dos años después, sufrió un intento de homicidio como castigo de bandidos, por haber robado en el barrio donde vivía, en el Pero Vaz.
Se llevó un tiro en la espalda y otro en la mano, pero logró huir por el techo de la casa. En el año 2009, volvió al presidio, donde se quedó por un año, tras ser arrestado por tráfico de drogas.
– Ad –
“Hay un camino que parece derecho al hombre, pero su fin son los caminos de la muerte”, cita Gilson el versículo bíblico que se adecua al período de 14 años en que estuvo en el mundo de la criminalidad. Después de los ojos arrancados, Gilson entró en depresión, fue abandonado por la ex mujer e intentó suicidarse, pero dice haber encontrado fuerzas en el evangelio.
Gilson recuerda que, a los 14 años, se rebeló, tras ver a dos hermanos muertos durante una operación de las policías civil y militar en la avenida Peixe, Libertad, en 1999.
Tres años antes, otro hermano había sido asesinado por un grupo de exterminio, a lo largo de la Central, en el mismo barrio. “Vi a mis padres llorando y sufriendo mucho, las muertes desestructuraron a mi familia, como no tenía el entendimiento, me revolvía y quería vengar a mis hermanos, empecé a usar droga, más tarde fui a robar y traficar”, relata.
Casado hace dos años, padre de tres hijos – el chico es de la boda actual -, Gilson se enorgulle de su nueva vida. “No debo nada más a la Justicia, tengo mi familia, hago mis predicaciones y tengo el objetivo de sacar a los jóvenes de las drogas”, afirma.